Tratamientos contra el cáncer pueden incluir estrategias dietéticas como el ayuno intermitente

Nuevo enfoque investiga por qué los hábitos nutricionales son la base de muchos de los tipos de tumores más comunes, especialmente los cánceres de mama o de próstata, entre otros.
Gentileza del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), España.

Los investigadores están descubriendo, cada vez más, que la dieta juega un papel importante en el desarrollo del cáncer e, incluso, están explorando lo que se considera un “cambio de paradigma”: actuar sobre la nutrición “no solo para prevenir el cáncer, sino como una intervención terapéutica”, dicen Marcos Malumes y Nabil Djouder, investigadores en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de España y organizadores del congreso internacional sobre alimentación y cáncer que se celebró esta semana en octubre pasado en colaboración con la Fundación La Caixa.

No se trata de curar el cáncer a través de la dieta, sino de complementar el tratamiento con estrategias nutricionales precisas. Como afirman Djouder y Malumes, “es muy posible que las nuevas terapias basadas en la nutrición se incorporen a los tratamientos estándar contra el cáncer”.

Una de las estrategias que los investigadores están analizando intensamente en este momento es el ayuno intermitente, que fue discutido en el congreso por Rafael de Cabo (Institutos Nacionales de Salud, EE. UU.) y Valter Longo (Instituto de Oncología Molecular, Italia; Instituto de Longevidad, Universidad del sur de California, EE.UU.).

“Llevamos años estudiando estrategias que simulan el ayuno para combatir el cáncer, con buenos resultados; ahora estamos pasando a la fase en la que los oncólogos están comenzando a considerar su uso en combinación con terapias estándar”, dice Longo. “Lo interesante es que parece funcionar con cánceres muy diferentes y en combinación con diferentes terapias. Así que parece un enfoque muy prometedor”.

‘La dieta de la longevidad’

En su libro The Longevity Diet, Longo aboga por el uso del ayuno intermitente tanto en la prevención de enfermedades como para complementar las terapias contra el cáncer.

La investigación ya está aclarando qué sucede en las células durante el ayuno y por qué esto puede ayudar a detener los tumores. “Las células tumorales no saben parar su ciclo, están en continuo funcionamiento; las células sanas, en cambio, si les cortas el suministro de energía, detienen automáticamente todos los procesos de división”, explica. Como la quimioterapia se dirige principalmente a las células que están proliferando, si se administra en ayunas, su toxicidad afectará principalmente a las células tumorales, pudiendo incluso aumentarse la dosis.

Alejo Efeyan, jefe del Grupo de Metabolismo y Señalización Celular del CNIO, también destaca el potencial terapéutico de la nutrición: “La dieta y los genes, que desencadenan la sobrealimentación y la obesidad, están íntimamente relacionados con el cáncer. Podemos intentar tratar y prevenir el cáncer a través de estrategias nutricionales, alterando la dieta y las funciones de los genes asociados. Pero todavía tenemos mucho que aprender para hacerlo de manera efectiva”.

La observación de poblaciones humanas con longevidad prolongada y bajas tasas de cáncer; estudios con modelos animales para comprender lo que sucede a escala molecular; y los ensayos clínicos altamente controlados son el tipo de estudios que han demostrado, a lo largo de los años, la estrecha relación entre la dieta y el cáncer.

Cómo una mala alimentación puede contribuir al cáncer

“El cuerpo dedica un gran esfuerzo metabólico a procesar los nutrientes y almacenar los productos derivados, de los que obtenemos energía”, explican Djouder y Malumes. “Alterar este proceso o forzarlo en la dirección equivocada durante años y años genera situaciones estresantes en las células que hacen que algunas de ellas se vuelvan protumorales y, quizás junto con otros factores, contribuyen al desarrollo de un tumor”.

Por eso, según estos investigadores, “para la mayoría de la población, los hábitos de vida como la alimentación suelen jugar un papel más importante que los factores genéticos, al menos en las sociedades modernas. Hoy en día está claro que los hábitos nutricionales son la base de muchos de los tipos de tumores más comunes, especialmente los cánceres de mama o de próstata gastrointestinales y hormonodependientes.

Obesidad dañina

Una de las recomendaciones sobre las que existe pleno consenso es que la obesidad afecta negativamente al cáncer. Los investigadores no apuntan a ningún nutriente en particular que sea dañino, sino en general al consumo excesivo de cualquier grupo de alimentos: “En las sociedades modernas, hay ejemplos de excesos para todos ellos: carbohidratos, el exceso más común, grasas y proteínas”, dicen los organizadores.

En cuanto a la mejor dieta para prevenir el cáncer, la recomendación es: muchas frutas, verduras y legumbres, junto con bajos niveles de grasas y carnes rojas, alimentos procesados ​​y alcohol.

Lo que no se entiende a fondo es el porqué de estos hechos. Por ejemplo, las carnes rojas: “Estadísticamente su consumo se correlaciona con el cáncer; pero lo difícil es saber por qué exactamente, si se trata de aminoácidos, hormonas o parásitos”.

Cuidando el microbioma

Otra área de mayor interés es el microbioma, la población de microorganismos que, literalmente, puebla todo nuestro cuerpo. Yasmine Belkaid (Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, Instituto Nacional de Salud, EE. UU.), pionera en el estudio del tema, señala el papel del microbioma en la inflamación y su influencia en el cáncer a través de este fenómeno.

“Nuestra dieta influye en la composición y diversidad de la microbiota intestinal, la llamada flora intestinal, que puede cambiar con alimentos específicos”, señala Djouder. “Alteraciones en la flora intestinal pueden causar inflamación general o la producción de metabolitos nocivos, que repercuten en el desarrollo de muchas enfermedades, incluido el cáncer”, agrega.

 

Pero definir una “buena dieta” para una microbiota sana “es complicado”, añade. De todas formas, como recomendación general, “una dieta variada puede ser un medicamento básico para mantener el buen funcionamiento de la flora intestinal”.

Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), España.

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